porque el tiempo es breve, pero me ama

lunes, 25 de julio de 2016

cada cierto tiempo registro mi cuerpo desnudo. el registro está compuesto por fotos y dibujos que muy rara vez comparto, y creo que desde ahora empezaré a realizarlo también con textos. mi cuerpo es el cuerpo de una mujer de 31 años, madre por parto natural de un niño que actualmente tiene la edad de nueve. conservo de aquella experiencia una estría en el vientre -similar a la pata de una gallina- que atraviesa verticalmente mi ombligo.
la estría poco a poco se ha convertido en un alto relieve, el cual acaricio siempre envuelta en la vaporosidad de mis duchas nocturnas. ha sido besada múltiples veces por aquellos hombres que me amaron. y solo por ellos he permitido ser observada de cerca, bajo la lupa de una luz cenital y fluorescente. la nitidez de mis defectos nunca me es grata, pero aún así trato de no juzgarlos, discriminarlos o eliminarlos. sobre la piel que cubre mis costillas izquierdas porto un lunar color rosa, que siempre es confundido por el amante de turno con una mordida o una succión. la respuesta siempre es la misma y aún así me miran con sospecha. si el amante permanece el tiempo suficiente a mi lado nota que, en efecto, se trata de un raro lunar y que el paso del tiempo o la buena circulación sanguínea no serán suficientes para borrarlo. sobre el omóplato derecho otro lunar salta a la vista y al tacto, pese a no ser muy grande, es llamativo y está solo en ese descampado de mi espalda el cual aún exhibo en los veranos.

mis pechos son pequeñitos y mis nalgas carnosas. soy flaca, de pies y manos grandes. soy ojerosa a tal punto que una vena verde asoma sobre mi rostro siempre, bajo el ojo izquierdo, la tengo desde niña y me confiere un aspecto mortecino que a veces disfruto. mi pubis está poblado de vello negro y duro. mi boca es gruesa. mis mejillas han perdido algo de gravedad por el llanto y por la risa y obviamente porque cada día me hago más joven. tengo la barbilla partida y partido también tengo el corazón, pero eso casi nunca se me nota. mi cabello es largo y se me cae, la melena se extiende hasta mi cintura y es difícil peinarla y secarla. mis clavículas son brillantes e itálicas, como todas las clavículas. mis párpados son anchos y caen sobre mi ancha mirada, sobre las oscuras pupilas de mis ojos dispares. mis dientes están muy bien alineados gracias a los aparatos de ortodoncia que usé durante toda la primaria. tengo dos perforaciones en cada uno los lóbulos de mis orejas, perforaciones hechas por mi madre, las primeras al nacer y las últimas durante mi adolescencia. mis piernas son largas, sirven para caminar y para correr, mi paso es casi un breve salto, mi andar es presuroso aunque de esto rara vez me percato.

tengo una cicatriz de zurcido invisible en el estómago porque una vez morí de desamor. tengo la memoria llena de candados y un lago profundo repleto de llaves que yacen confundidas en su fondo. mi barriga es blanda y es dura mi alegría, pero es mía. llevo las uñas siempre cortas y nunca rizo mis pestañas. aunque sé que tengo un alto umbral de tolerancia al dolor físico y emocional, nunca me deja de dar miedo el saber que me van a arrancar una muela o que voy a dejar otro amor. gozo de insomnio vacacional. ya es lunes. todos duermen en esta casa y yo escribo.